Sin prisa, pero sin pausa
El ritmo hacia tus metas no importa, mientras no te detengas
Vivimos en una época donde todo grita velocidad: la sociedad, las redes, las expectativas. Queremos todo ya, ya y ya. Y si alguien más llegó primero, rápido, a esa meta que anhelamos, nos entra ese ruido interno: “¿Y yo por qué no?”. Nos comparamos, nos presionamos, nos desesperamos… y ahí es cuando el motor empieza a fallar.
No se trata de llegar rápido, sino de llegar bien
Dicen que lo importante no es correr, sino avanzar. Y últimamente he entendido que no se trata de llegar rápido, sino de llegar bien. Sin romperte, sin olvidarte, sin perderte. Porque algo nos pasa cuando vemos a todos correr: nos entra una ansiedad absurda, como si la vida fuera un maratón y ya fuéramos los últimos.
Vemos a alguien que ya logró todo: carrera, pareja, negocio, estabilidad emocional y hasta abdominales. Y uno acá, con tres crisis existenciales y cero ganas de levantarse de la cama. Y claro, te preguntas: ¿Voy tarde? ¿Estoy quedándome atrás? Pero… ¿atrás de qué exactamente? ¿Quién dijo que esto era una carrera?
El éxito no tiene reloj
Nos enseñaron que el éxito tiene reloj. Que si no llegas antes de cierta edad, ya no llegaste. Pero nadie te habla del costo de ir rápido. Nadie te dice que mientras algunos “avanzan”, se están estrellando por dentro.
Hay gente que va en friega, pero no sabe ni a dónde. Persiguen metas prestadas, vidas que ni siquiera desean. Pero bueno, lo importante es llegar antes que los demás… ¿no? Yo creo que no.
La vida no se trata de ir a mil por hora, se trata de saber a dónde vas. Y si me voy a tardar más en llegar, pero llego entera, sin perder la cabeza ni el alma, entonces que así sea.
Ir despacio también es avanzar
Piénsalo como manejar: ir a toda velocidad para llegar antes solo asegura el choque. Mejor ir despacio, pero sin dejar de avanzar. Hay caminos rectos y caminos con baches, subidas, topes, piedras, bajadas… ¿Y sabes qué? Todos tienen su historia.
Los baches, nuestras heridas. Las piedras, los tropiezos. Las subidas, esos momentos donde todo fluye. Y las bajadas, bueno… esas caídas que duelen.
Pero si algo he aprendido, es que ir lento no es sinónimo de estar perdido. Estar en pausa no es lo mismo que haberse rendido. Y que no pasa nada si no estás en donde soñaste estar a esta edad.
Sostenerte también es avanzar
Porque soñar es fácil, pero sostenerte mientras no pasa nada… eso sí que es valiente. No tienes que tener tu empresa, ni pareja estable, ni departamento con vista al skyline. A veces solo tener paz mental ya es suficiente.
Y no, no vas tarde. Vas a tu tiempo. Porque la vida no llega en “prime”. No es un paquete de Amazon. A veces toca parar, respirar, cambiar de camino. A veces toca caminar mientras todos corren, aunque te veas “raro”.
Porque es más raro perderse por llegar antes, que tardar un poco pero encontrarse en el trayecto.
No es ir lento, es ir consciente
Y ojo, esto no va de “relájate, ya llegará”. Esto va de seguir. Sin rendirte, sin obsesionarte. Sin prisa, pero sin pausa. De esas pausas que también sanan, que te devuelven el norte.
Porque mientras tú estás preocupado por no haber llegado, hay otros que ya llegaron y no saben qué hacer con eso. Confundieron el éxito con la urgencia, y la felicidad con los reconocimientos.
A veces hay que dejar de correr. No por flojera, sino por respeto a tu tiempo, a tu historia, a tu ritmo.