No permitas arrastrarte cuando sientes el impulso para volar
A veces lo sentimos antes de entenderlo
Esa incomodidad silenciosa de ya no encajar. No sabes explicarlo, pero algo dentro de ti te dice que ya no perteneces. A esa relación, a ese grupo, a esa vida que antes sentías tuya. Y no es que estés mal, es que estás creciendo. Y crecer duele. Incomoda. Te obliga a romper tu propia piel.
Cuando tus alas quieren volar, pero el entorno te encoge
Es como si una parte de ti ya quisiera volar, pero sigues en entornos que solo te enseñan a encogerte. Y no lo digo con soberbia, lo digo con cansancio. Cansancio de fingir que aún te sirve lo que ya te pesa. Porque sí, se puede tener alas y aun así decidir quedarse en el suelo. Por miedo. Por culpa. Por costumbre.
Y ahí es donde todo se tuerce: cuando te quedas en lugares donde ya no eres feliz por no querer decepcionar a quienes se sienten cómodos viéndote apagada. Pero nadie se convierte en mariposa sin antes abandonar el capullo.
A veces el capullo también tiene forma de rutina
Y a veces el capullo es esa relación mediocre, esa amistad que solo está cuando le conviene, ese trabajo que te drena el alma, ese hábito que te disfraza de estabilidad pero por dentro te mata lento. ¿Te das cuenta?
La gente cree que crecer es escalar, pero a veces es soltar. Soltar lo que te encadena a una versión antigua de ti. Y eso incluye aprender a poner puntos finales.
El peor error ortográfico
El peor error ortográfico en la vida, es poner puntos suspensivos, en donde deberías poner punto final. Fin a lo que te desgasta. Fin a lo que ya no vibra contigo. Fin a lo que ya no eres tú.
Los puntos suspensivos se ven bonitos en poesía, pero en la vida real solo alargan los sufrimientos. Postergan lo inevitable. Te dejan atrapado en lo que fue, cuando podrías estar viviendo lo que puede ser.
Cerrar capítulos también es un acto de amor propio
Y sí, duele irse. Duele cerrar capítulos. Duele aceptar que algo que quisiste mucho ya no te hace bien. Pero duele más quedarte y darte cuenta un día de que te apagaste por no volar.
No es egoísmo querer más. No es ingratitud soltar. Es evolución. Y quien no lo entienda, es porque todavía vive en modo capullo.
Ya no estás para encogerte
Hay demasiadas personas esperándote. Demasiadas versiones tuyas aún por descubrir. Y tú sigues ahí, en pausa, como si estuvieras condenado a quedarte donde ya no hay ni espacio para tus alas.
Ya no estás para encogerte. Deja eso para las etapas que ya pasaste. Y si vas a poner un punto final, hazlo con orgullo. Porque cada vez que terminas algo que ya no te representa, le das la bienvenida a algo que sí.
Solo vuela
Así que cuando sientas el impulso de volar… no te excuses, no te detengas, no te expliques tanto.
Solo vuela.