Cualquier amor podrá ser reemplazado, menos el amor propio
El paracaídas se llama amor propio
Dicen que el amor te puede llevar a la luna y sí… también puede soltarte allá arriba sin previo aviso. Así que, por muy bonito que parezca el vuelo, no te olvides del paracaídas. Ese paracaídas se llama amor propio. Y créeme, lo vas a necesitar.
Aprender a reconstruirse
Porque antes de vivir un amor completo, vas a conocer varios que te van a romper en pedacitos. Unos que llegan con promesas, pero se van sin explicación. Otros que te hacen sentir en casa… hasta que se convierten en incendio. Y no, no siempre es culpa del otro. A veces somos nosotros los que vimos una historia perfecta donde solo había dos personas intentando no derrumbarse.
La desilusión y la claridad
Idealizar es fácil. Lo difícil es aceptar la realidad. La desilusión no viene del otro, viene de todo lo que esperabas que fuera y nunca fue. Porque tú no extrañas a esa persona, tú extrañas la versión que imaginaste de ella. Y ahí empieza el duelo: no por lo que fue, sino por lo que nunca llegó a ser.
Llámalo Dios, destino o universo… pero cuando alguien se va, es por algo. Y aunque duela, a veces es mejor llorar por lo que se fue, que seguir sufriendo por lo que se quedó. No todo el mundo viene para quedarse. Algunos vienen solo para romperte… y que te des cuenta de que puedes reconstruirte. Y eso, sí es amor. Pero amor propio.
No necesitas mendigar afecto
Y al final te haces mil preguntas. Pero hay algo que duele más que la ausencia: la claridad. Esa claridad que llega tarde, pero llega con todo. Y entonces entiendes: que te cambiaron, que te soltaron, que no lucharon. Y que si regresan, probablemente no es por amor, sino por curiosidad. Por ego. Por no soportar verte bien sin esa persona.
Pero tú ya no eres la misma persona. Ya no estás para mendigar afecto. Ya no necesitas ese amor que te dolía más de lo que te abrazaba.
Y ojo, esto no es un “bloquéalo y sigue tu vida”. Esto es un: siente el duelo, abrázalo, vívelo. Llora lo que tengas que llorar. No te anestesies con una nueva relación. No te distraigas para no sentir. No te trates como lo hizo esa persona. Sánate tú. Porque nadie más lo va a hacer por ti.
Amor propio primero
Y si algún día regresa, que te encuentre tan en paz, que ya no tengas ni rencor. Solo indiferencia. Esa que se gana con esfuerzo. Esa que se siente como libertad.
Porque cualquier amor podrá ser reemplazado. Cualquiera. Menos el que tienes por ti. Ese sí que vale la pena reconstruirlo, protegerlo y jamás volver a ponerlo en pausa por alguien más.